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decrece por fuera, crece por dentro

lunes, 12 de septiembre de 2011




La teoría económica y social del decrecimiento es, probablemente, la única posibilidad de que la Humanidad tenga un porvenir mejor que el presente. Como ya explicamos la semana pasada, sin ser injustificadamente optimistas, con las estructuras económicas actuales es difícil pensar que las generaciones futuras puedan disfrutar de un ambiente igual o mejor que el nuestro.

Actualmente, la política económica es solo una: crecer y consumir. No se sabe cuál es el objetivo final, el objetivo a largo plazo, solo se habla de cortoplacismos… si el PIB sube tantas décimas se crean tantos puestos de trabajo; hay que reforzar el consumo para que mejore la economía; hay que ser más competitivos reduciendo salarios y aumentando las jornadas laborales… pero ¿para qué, hasta cuándo, hacia dónde?

El futuro no puede ser trabajar más para ganar más y tener más cosas. Entre otros motivos porque en un planeta finito, la riqueza que se puede crear también es, obviamente, finita y además, cada vez hay que repartirla entre una población mayor y con mayores necesidades. Antes o después nos enfrentaremos a esta incuestionable realidad. Si nos preparamos a tiempo nos adaptaremos con mayor facilidad, si nos esperamos a última hora nos llevaremos un ostión mucho peor que el de la actual crisis económica. Porque la actual crisis económica puede ser apenas el primer síntoma de lo que se avecina si no acometemos con urgencia un cambio en nuestro actual paradigma económico
insostenible.

La alternativa del decrecimiento suena mal porque estamos acostumbrados a que el objetivo sea el crecimiento y que el decrecimiento supone atraso, pero puede ser un atraso en un sentido siendo a la vez un gran adelanto en otro. Si trabajamos y ganamos menos con tal de repartir el trabajo y cooperar en vez de competir, tendremos un trabajo más agradable y más tiempo libre. Al fin y al cabo, tener un trabajo y una vida que nos permita realizarnos plenamente como personas debería ser la única política económica, de hecho debería ser la única política.

Una de las frases que mejor representan al decrecimiento es la de “Menos para Vivir Mejor”. Hay que incidir en la calidad del consumo, no en su cantidad. La sociedad actual del crecimiento proclama la prisa y los coches potentes como forma de vida y tiene consecuencias como la obesidad, la ansiedad o la depresión a nivel personal, así como la destrucción del medio ambiente y formas de vida tradicionales a nivel social. La sociedad del decrecimiento propone tener más tiempo para parar, reflexionar, pensar, disfrutar, para poder degustar la comida en vez de engullirla mirando la tele, para recrearse con el paisaje urbano mientras pedaleas un bici, para pasar más tiempo con amigos y familiares, para deleitarnos con aquello que más nos aleja de los animales: la cultura, con todo su buen cine de filmoteca, su teatro, su literatura clásica, sus bibliotecas, sus obras de arte… y, por qué no, también para desarrollar nuestro propia creatividad, porque también nosotros podemos crear y descubrir nuevas facetas que nos llenen y satisfagan personalmente .

Desacelera y disfrútalo.

1 comentarios:

Anónimo dijo... [Responder]

Muy bueno, y a pesar de ello no aparece en ninguna portada de periódico... Esto me suena al movimiento slow food, slow life... Tener más vida con menos cosas...

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